Las
Guerras Púnicas
El
senado cartaginés, con el fin de compensar las pérdidas, ordena la conquista
y explotación de las tierras levantinas. Se propone restaurar el imperio cartaginés
y la hegemonía militar en la zona sur y levantina de la península. Al mando
de Amílcar Barca, tienen que luchar con los iberos. Uno de los acontecimientos
más destacados de la dominación cartaginesa del sureste peninsular fue la fundación,
en el año 226 a.C., de Cartago Nova (actual Cartagena). Cartago Nova se convirtió
en la capital de las posesiones de los cartagineses en la península.
También
en 226 a.C., Asdrúbal, quien está a cargo de los dominios peninsulares de los
cartagineses, firma con los romanos el Tratado del Ebro. Según este tratado,
el río Ebro será la frontera que limita el avance de los cartagineses; a cambio,
los romanos reconocen la soberanía cartaginesa al sur de este río.
A
la muerte de Asdrúbal, llega a la península Aníbal, hijo de Amílcar. Aníbal
asume el mando de los ejércitos cartagineses e inicia una política militarista
y belicosa idéntica a la de su padre. Lanza sus primeras campañas contra las
tribus de la Meseta situadas al este de la Mancha. Para finales del año 220
a.C. el dominio cartaginés en la península adquiere su máxima extensión, comprendiendo
todas las tierras de la meseta situadas entre la desembocadura del Tajo por
el oeste y la del Ebro por el este.
En
el año 219 a.C., Aníbal Barca emprende
campañas para asegurarse el dominio de las tribus ibéricas situadas en la parte
norte de las costas levantinas. Su primer objetivo será Sagunto, ciudad de los
edetanos o arsetanos, aliados de Roma. Sagunto pide ayuda a Roma pero ésta nunca
llega. Después de ocho meses de asedio, sus habitantes prefieren suicidarse
antes que rendirse. Este conflicto origina la Segunda Guerra Púnica.
Los
romanos aprovechan el conflicto de Sagunto para desembarcar en el Golfo de Rosas
en el año 218 a.C. Allí se inicia la conquista de la zona costera de la Península
Ibérica con el fin de cortar el suministro de los ejércitos de Aníbal en Italia.
Derrotan a los cartagineses en Tarraco, donde establecen su base de operaciones
en la zona del Ebro. Poco después cruzan por primera vez este río y llegan hasta
Sagunto. Al año siguiente conquistan esta ciudad y desde allí prosiguen sus
conquistas por el Levante y tierras del Guadalquivir.
El
dominio de los romanos sobre tierras cartaginesas es notable hasta que en el
año 212 a.C. Asdrúbal Barca derrota a sus ejércitos en Cástulo.
En
el año 210 a.C. llega a la península un nuevo comandante romano, Publio Cornelio
Escipión, con el propósito de reorganizar las fuerzas romanas y emprender la
ofensiva contra los ejércitos cartagineses. Un año después Escipión ataca Cartago
Nova, que cae en poder de los romanos. Así se aseguran el control del levante
y esto les anima a intentar por segunda vez la conquista del valle del Guadalquivir.
A partir de entonces el ejército romano sigue avanzando y ocupa la región de
Bastetania (Almería, Jaén, Granada y Murcia). En el año 206 a.C. Escipión funda
la primera colonia romana, Itálica, con un marcado carácter fronterizo y defensivo
debido a su posición estratégica a la orilla derecha del río Betis.
Mientras
la situación para Aníbal en Italia tampoco era mejor, la dominación cartaginesa
en la Península Ibérica concluye con la conquista romana de Cádiz en 206 a.C.
Con esto termina el dominio púnico de la península.
Poco
después Escipión pasa a África y amenaza directamente a Cartago. En la decisiva
batalla de Zama el ejército cartaginés es aniquilado y Aníbal se ve obligado
a aceptar un acuerdo de paz que apenas
reconocía su independencia y por el que tuvo que pagar otra gran suma de dinero
en concepto de indemnización.