El rey don Rodrigo (702?-711)

Rey de los visigodos en España. Según la tradición, Rodrigo era hijo de Teodofredo, nieto de Chindasvinto y Dux de la Bética, aunque su nombre delata un origen hispanorromano. A la muerte del rey Witiza (702-710), y a pesar que éste había nombrado sucesores a sus hijos, el concilio de nobles y prelados eligió a Rodrigo (Roderico) como sucesor, por lo que se abrió un período de guerra civil por motivos sucesorios. Rodrigo controlaba la práctica totalidad del territorio, incluyendo Toledo. En el lado contrario estaba Akhila, hijo de Witiza, junto con sus partidarios, entre los que se encontraban el obispo de Sevilla, Oppas (hermano de Witiza) y Segisberto (un antiguo desterrado por sublevarse contra la corona). La lucha entre ambos bandos concluyó a favor de los segundos en la primavera de este año; unos huyeron hacia el norte y otros se refugiaron en la plaza fuerte de Ceuta, gobernada por don Julián, pariente de Witiza. Tras celebrar en Córdoba una asamblea irregular y tumultuosa, Rodrigo fue ungido rey el 1 de marzo del año 710.

Pacificada Hispania y desterrados los rebeldes, Rodrigo, según cuentan los cronistas, gobernó con rectitud y justicia. A principios del 711, estalló una revuelta en el norte de España, en las proximidades de Pamplona. Rodrigo reunió su ejército y se dirigió a combatirla; mientras, aprovechando el momento, el conde Julián y el obispo Oppas pactaron con Muza una alianza para recuperar el trono para los hijos de Witiza, aunque se tienen sospechas de que lo deseaban para ellos mismos.

En mayo del 711, Tarik ben Ziyad, gobernador del norte del África musulmana, acompañado por el conde Julián y el obispo Oppas, desembarcaron en Gibraltar con un ejército de 12.000 hombres. Teudemero, gobernador de la Bética, fue sorprendido por la invasión, y avisó a Rodrigo de que se encontraba en plena campaña del norte; mandó reunir a su ejército para dirigirse al encuentro de los invasores. Entre el 19 y el 26 de julio del 711 se dio la famosa batalla de Guadalete, en la que Rodrigo, a pesar de que contaba con un ejército de más de 100.000 hombres, fue totalmente derrotado, en parte porque muchos de los nobles godos abandonaron la batalla o se pasaron al bando de los hijos de Witiza, que pensaron que se trataba más de un asunto sucesorio que de una seria invasión por parte de los musulmanes.

Sobre la muerte de Rodrigo existen tres diferentes hipótesis. La primera, menos verosímil, dice que pereció a manos del mismo Tarik. El escritor Aben Alcuthaya dice: "Tarik y Rodrigo combatieron a orillas del Wadi Becca, en la provincia de Sidonia".

La segunda, propone que se ahogó al cruzar el río, ya que bastantes días después, se encontraron en el fondo del río Guadalete los restos de su caballo y parte de su armadura. La tercera, que derrotado y herido, abandonó el campo de batalla, refugiándose en la Lusitania, donde vivió de manera anónima como ermitaño. Ésta parece ser la más probable pues en el siglo IX se encontró, en las proximidades de Viseu, una gran tumba con una lápida con el nombre de Roderico Rex.

Las fuerzas de Tarik, viendo el ejército godo vencido y desmembrado, olvidaron el pacto y continuaron la invasión de la península.

Por otra parte, cuenta la leyenda inventada por el egipcio Abderramán ben Abdelaquen, que siendo el conde Julián gobernador de Ceuta, subió Rodrigo al poder, y aunque él era pariente de Witiza, aceptó resignado la usurpación de Rodrigo. Más tarde, al conocer que su hija, la hermosa Florinda, había sido deshonrada y maltratada por el rey, decidió vengarse de su crueldad, y recomendó a Muza que invadiese la península Ibérica con su apoyo.