FRANCISCO PIZARRO (1475-1535)
Nació hacia el año
1475 en Trujillo (Cáceres).
En
1502 se trasladó a La Española con la flota que acompañaba a Nicolás de Ovando,
el nuevo gobernador. De 1519 a 1523 fue regidor, encomendero y alcalde de la
ciudad de Panamá. Tras recibir noticias de la existencia de un rico territorio
al sur de Panamá, partió en dos expediciones hacia el que sería el territorio
incaico. En 1528 volvió a España, donde se presentó ante la reina Isabel para
solicitar la financiación de sus futuras expediciones al Imperio Inca. Se le
concedió la autoridad de un virrey.
Un
año más tarde salió hacia Perú. Para la expedición contaba con un barco, 180
hombres y 37 caballos, a los que más tarde se unieron dos barcos. En abril establecieron
contacto con emisarios de Atahualpa, el emperador de los incas, que se hallaba
entonces cerca de la ciudad Cajamarca con un ejército de 30.000 hombres. Despreciando
al pequeño ejército español, el inca aceptó encontrarse con Pizarro en la ciudad.
Atahualpa hizo su entrada en la gran plaza de Cajamarca con un séquito de 3.000
o 4.000 hombres prácticamente desarmados. Pizarro envió a un sacerdote a convencer
al inca de que aceptara el cristianismo como la religión verdadera y al emperador
Carlos V como su señor. Obviamente, Atahualpa se negó a ello, por lo que Pizarro
ordenó inmediatamente el ataque. Los incas fueron derrotados y el mismo Pizarro
logró hacer prisionero a Atahualpa. Fue retenido, y no logró obtener la libertad
a pesar de cumplir con su promesa de llenar con oro y plata la habitación en
la que se encontraba retenido. Acusado de haber ordenado la ejecución de su
hermano Huáscar y de planear un complot contra los españoles, Atahualpa
fue ejecutado el 29 de agosto de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los
ejércitos incas que rodeaban la ciudad. Pizarro se dirigió a Cuzco, la capital
del imperio, que fue ocupada sin apenas resistencia en noviembre de 1533. Los
españoles nombraron rey a Manco Capac, hermano de
Huáscar.
Durante
el resto de su vida, Pizarro se ocupó de consolidar el dominio español en el
Perú. Tuvo que luchar contra algunos de sus propios compañeros españoles, envidiosos
de los amplios poderes que Pizarro había recibido del emperador de España.