Misiones del Paraguay (1606-1767)
La Compañía de Jesús es una Orden
Religiosa de la Iglesia Católica. Sus miembros son popularmente conocidos como
jesuitas. Fundada por San Ignacio de Loyola en 1540, llegaron al nuevo continente
fundando grandes misiones en lo que actualmente es el sur del Paraguay, norte
argentino, sur del Brasil, Bolivia, Ecuador y costas del Río Uruguay en territorio
uruguayo. En este territorio, en 1604, Roma constituyó una “provincia” aparte
para los jesuitas. Su razón de predicar el evangelio era "la mayor gloria
de Dios y bien de las almas”. Hasta su expulsión de América, por parte del rey
Carlos III en el año 1767, las misiones jesuíticas llegaron a convertirse en
grandes centros comunitarios y de enseñanza en los que reunieron a más de 100.000
indígenas. En las misiones fundaron "Reducciones", palabra que se
usaba en la época como "comunidad", ya que significaba reunir o congregar
en asentamientos de misión.
En 1537, el Papa Paulo III había
condenado inequívocamente la esclavitud de los pueblos indígenas de América,
y los Reyes de España habían promulgado leyes humanitarias en su defensa. Pero
estas leyes no fueron respetadas debido a la distancia del centro del Imperio.
Esta situación desacreditaba la obra de los misioneros ante los indios. Además
la obra misionera fue dificultada por los colonizadores europeos. Los bandeirantes
procedentes del Brasil capturaban miles de indios para venderlos como esclavos.
Ellos destruyeron totalmente las primeras dos Reducciones del Paraguay. Por
otra parte los encomenderos, colonizadores encargados de las jornadas de trabajo,
trataban a los indios como esclavos. Los jesuitas comprendieron que para proteger
a los indios había que hacer comunidades separadas de las zonas colonizadas
por los europeos. Allí podrían vivir con libertad y dignidad, aunque tuviesen
que pagar tasas a la Corona. Así llegaron a establecer y administrar 30 pueblos
de la zona del río Paraná hasta su expulsión.
Estaban casi constantemente en
estado de asedio: por un lado los bandeirantes portugueses y los colonizadores
españoles que acechaban cazando indios esclavos, por otro, las costumbres nómadas
de los indios que nunca habían vivido en ciudades. Para defender a los indios,
los jesuitas argumentaban que la obra misionera caía dentro de la competencia
del Papa y no de los reyes de España. Trataron de mantener a sus indios aislados
de los colonizadores españoles por dos importantes motivos: proteger a los indios
de ser esclavizados y aislarlos de la inmoralidad que era común entre los colonos
europeos. Rara vez algún indio abandonó las Reducciones mientras los jesuitas
las gobernaban. Los indios de las Reducciones nunca hicieron un intento importante
de rebelión.
El sistema de vida, político y
humano, desarrollado en las Reducciones, era de comunidad libre. Constituyó
una de las más importantes experiencias de la época. Los pueblos se formaban
con edificaciones distribuidas alrededor de una gran plaza central. La Iglesia
constituía la construcción más importante, así como los colegios anexos a ella,
en donde se impartía la instrucción religiosa, y que a su vez servían de vivienda
y de depósitos de alimentos de los misioneros. Ocupaban un lugar importante
la huerta, de donde se obtenían los productos que autoabastecían al pueblo,
y las estancias, de donde provenía la carne. Había tierras de Dios (Tupa mba'e)
y tierras del indígena (ava-mba'e), diferenciadas no por la propiedad sino en
función de la división del trabajo. El cementerio, lugar sagrado para el indígena,
y la Casa de Resguardo para los huérfanos y viudas llamada " Coty Guazú"
(Casa Grande), terminaban por integrar el conjunto urbano diseñado por los Jesuitas.
En los talleres se desarrollaban diferentes actividades artísticas, religiosas
y culturales: las esculturas en piedra, el tallado en madera, la fabricación
de instrumentos musicales, las pinturas y las construcciones monumentales que
aún perduran.
El antropólogo inglés John Hemming,
bastante hostil al cristianismo, reconoce que "Los jesuitas fueron los
más decididos e inteligentes de las órdenes misioneras. Sus misiones en Paraguay
constituyeron el intento más exitoso de conversión y aculturación entre todos
los indios sudamericanos. Ningún colonizador del siglo XVIII estaba dispuesto
a soportar el tedio y las privaciones propias de la vida en los pueblos de los
indios sólo para dar instrucciones sin interés alguno".
Los jesuitas de las Reducciones
abolieron la pena capital, que se practicaba en aquella época en todos los países
europeos y en las colonias de América (fueron la primera sociedad occidental
en abolir la pena capital). Por otra parte prohibieron el canibalismo que se
practicaba en algunas etnias americanas. Los jesuitas servían de maestros y
verdaderos padres, visitaban diariamente a los enfermos y compartían la dura
labor corporal con los indios codo a codo. Respetaron la cultura guaraní al
mismo tiempo que la enriquecían con las cosas buenas de la cultura europea.
En las Reducciones se enseñaba español pero se permitía hablar el guaraní, lo
cual no era permitido por la corona española.
La orden del rey Carlos III de
expulsar a los jesuitas en el año 1767 obedece a diversos factores. Por un lado
estaban la envidia y el afán de apoderarse de los indios y de los logros obtenidos.
Además, los poderes europeos no toleraban ningún tipo de expresión fuera de
sus intereses colonialistas. Destruyeron la obra de los jesuitas para asegurar
el suministro de trabajadores indios esclavos para el estado y para los colonos.
Las Reducciones no se disolvieron inmediatamente. Remplazaron a los jesuitas con nuevos directores no religiosos que no tenían los mismos ideales. Los más afortunados entre los guaraníes retornaron a la selva o emigraron a Buenos Aires, donde se sirvieron del entrenamiento como artesanos que habían aprendido en las Reducciones. Lo cierto es que hubo una rápida disminución de la población.