El motín de Esquilache
El motín de Esquilache. Óleo de José Martí
y Monsó (Museo del Prado).
El autor de la disposición
decía que las prendas que se prohibían daban a los españoles un aire poco culto
y un aspecto sospechoso. El disgusto que causó esta disposición se manifestó
muy pronto: aquella misma noche fueron arrancados todos los bandos de las esquinas
y a la mañana siguiente apareció un cartel amenazando al ministro y diciendo
que había más de 3,000 hombres dispuestos a levantarse. Hubo choques entre el
pueblo y la guardia valona (flamenca), algunos de
cuyos miembros fueron asesinados ante la pasividad de la guardia española. Carlos
III renunció a emplear la fuerza armada y frente gritos de "¡Viva el Rey!
¡Muera Esquilache!", desde un balcón de palacio, concedió al
pueblo cuanto pedía: destierro de Esquilache, supresión
de la guardia valona, rebaja de los comestibles, abolición
de las medidas sobre los vestidos y amnistía para los que habían intervenido
en los sucesos. La noticia de que en Madrid había triunfado un motín se extendió
rápidamente a otras ciudades y provincias, provocando más disturbios, aunque
fuera de Madrid la motivación política no fue tan clara y predominaron las demandas
populares. Los historiadores consideran que el motín de Esquilache
fue la amenaza más grande a la autoridad monárquica en Castilla desde la Guerra
de las Comunidades en 1520.