La Revolución Francesa

La Revolución Francesa se ha considerado un hecho particularmente significativo en la Historia mundial, hasta el punto que la política europea entre 1789 y 1914 estuvo basada en la lucha constante a favor o en contra de los principios declarados en ella. Sin embargo, la Revolución no se puede considerar un hecho excepcional, sino un proceso lógico. Se explica como una fase clave en la evolución de la sociedad, en el tránsito hacia una sociedad capitalista propio de los países Atlántico-occidentales. Forma parte de las denominadas revoluciones burguesas, o revoluciones Atlánticas, en las se logró la transformación de las estructuras feudales en estructuras propias de sociedades capitalistas por medio de la unidad nacional y de la destrucción del régimen señorial. Durante el siglo XVIII se produjeron diversas revoluciones burguesas, entre las que destacan la Independencia Americana, en 1776; la Revolución Irlandesa de 1782-1784; la Revolución Belga de 1787-1790, y la Revolución Holandesa de 1783-1787. La Francesa fue, sin embargo, la más dramática y la que tuvo mayores consecuencias, ya que este país era, en cuanto a población, una cuarta parte del continente europeo.