Invasión de Portugal

 

Una de las figuras más importantes del período fue Manuel Godoy, un joven militar de la guardia a quien Carlos IV nombró Ministro en 1792. Su primera tarea fue una muy delicada: establecer relaciones diplomáticas con la Revolución Francesa, donde se acababa de decapitar al rey (algo que para la mentalidad del absolutismo ilustrado constituía un sacrilegio). Godoy logró establecer y mantener relaciones pacíficas en un momento en que España no estaba en condiciones de afrontar una nueva guerra, motivo por el cual recibió el sobrenombre de “príncipe de la paz”. Como parte de la nueva alianza franco-española, Godoy pactó en noviembre de 1806 una invasión de ambas naciones a Portugal, reservándose al mismo tiempo sustanciosos beneficios personales. Portugal fue conquistado por las tropas conjuntas tras una breve campaña, en noviembre de 1807. La familia real portuguesa (los Braganza) debió refugiarse en Brasil, que se convirtió en así el primer territorio americano en ser sede de una corte monárquica europea. Aunque la guerra terminó rápidamente, las tropas francesas aprovecharon el pretexto para mantener y aun aumentar sus tropas estacionadas en España, en especial en Madrid.