La Generación
del 98 estaba preocupada por lo que se llamó el "problema español".
Algunos miembros de esta generación alcanzaron renombre universal, como Miguel
de Unamuno, que en su El sentimiento trágico de la vida,
anticipó las reflexiones y los temas básicos del existencialismo. Pío Baroja,
el gran novelista del realismo, narró con simplicidad, naturalidad y dinamismo.
El valenciano Azorín usó una sensibilidad impresionista
para observar la serena Castilla y a sus gentes, la "belleza de lo cotidiano".
Ramón María del Valle Inclán dio musicalidad a la
prosa española, primero desde una estética modernista y, más tarde, en un expresionismo
español conocido como el "esperpento". El andaluz Antonio Machado
inició la poesía española contemporánea mezclando la seriedad reflexiva, la
profunda meditación temporal y motivos cívicos con el simbolismo. En esta misma
línea sentimental surgió la poesía de Juan Ramón Jiménez, que evolucionó con
el tiempo hacia un lirismo profundo, abstracto y complejo.
Los intelectuales
españoles de este período sintieron con especial intensidad la influencia de
la cultura europea y realizaron un esfuerzo notable para incorporar sus avances
más recientes. El filósofo José Ortega y Gasset estudió
en Alemania y trajo consigo a España muchas novedades del vitalismo contemporáneo.
Fue el fundador de la Revista de Occidente, una de las primeras publicaciones
intelectuales de la Europa de entonces. Ramón Pérez de Ayala fue atraído por
el espíritu liberal inglés y lo expresó en sus ensayos y novelas intelectuales,
que le permitieron gozar de un considerable prestigio en Europa. El ensayista
y crítico de arte Eugenio d´Ors escribió en tres idiomas,
catalán, español y francés, y fue uno de los renovadores de la crítica del arte
barroco en Europa. Casi todos estos autores escribían habitualmente para periódicos,
dando información y promoviendo la educación cultural. Fueron los responsables
de la renovación de la sensibilidad nacional, exponiéndola a la modernidad europea.