Escritor
español, nacido en Villanueva de Arosa, Pontevedra
y fallecido en Santiago de Compostela. Su verdadero nombre era Ramón del Valle
y Peña; su juventud la pasó en Galicia. Cursó estudios de derecho en Santiago;
no llegó a terminar la carrera y se trasladó a Madrid para trabajar como periodista.
Marchó a México en 1892 para colaborar en El Universal y en El Correo.
A su regreso a Madrid, vivió en la bohemia de fin de siglo y se hizo amigo de
Azorín, Rubén Darío, Benavente y Baroja. Visitó Navarra y
se entrevistó con veteranos de la guerra carlista, dispuesto a reunir material
para escribir un ciclo de novelas; sus excentricidades y manifestaciones a favor
del carlismo no le impidieron declararse partidario de los aliados al estallar
la guerra, en 1910, año en el que visitó el frente de Verdúm, donde pronunció un discurso antialemán.
Estuvo encarcelado en dos ocasiones por sus ataques a la dictadura de Primo
de Rivera. El gobierno republicano le nombró director de la Academia Española
de Bellas Artes en Roma, cargo que abandonó en 1934, por encontrarse demasiado
enfermo; murió en 1936 profesando un comunismo próximo a la anarquía. Con barba
larguísima, alto y enjuto, con anteojos y bastón,
Valle-Inclán se convirtió en un personaje popular.
Fue un hombre de talante liberal y de izquierdas, que idealizó los valores antiburgueses de un carlismo de raíz literaria, para terminar
su vida sintiendo una gran simpatía por la revolución soviética.
Su producción literaria
es bastante compleja; cultivó todos los géneros y renovó la novela y el teatro;
la obra poética está reunida en tres libros con el título de Claves líricas,
1930. En el primero, titulado Apuntes de leyenda, 1907, se aprecia la
influencia de Rubén Darío y recrea el mundo arcaico de la tradiciones y leyendas
de Galicia. En el segundo, El pasajero, se hallan expresiones poéticas
propias, acompañadas de elementos autobiográficos; en el tercero, La pipa
de kif, 1919, encontramos temática bohemia e imágenes
que anuncian los vanguardismos futuros.
En cuanto a la producción en prosa, debemos destacar
la tetralogía de las Sonatas: Sonata de otoño: memorias del marqués
de Bradomín, 1902; Sonata de estío, 1903;
Sonata de primavera, 1904; Sonata de invierno, 1905. Las Sonatas
son de una elegancia y preciosismo que recuerdan mucho el estilo de Rubén Darío.
Valle-Inclán inició el "esperpento", técnica
que, basada en la deformación sistemática de personajes y valores, solía aplicar
a una parte de su producción escénica; este término había aparecido en Luces
de bohemia, 1920, aunque donde alcanzó mayor entidad fue en Los cuernos
de don Friolera, amarga sátira contra la moral militar y la decadencia de
España.
Escribió piezas teatrales vinculadas al mito, como Divinas palabras,
1920, desarrollada en un espacio gallego imaginario.