Resumen histórico: La presencia hispana en los Estados Unidos
La población hispana--o latina--en los
Estados Unidos es diversa y compleja porque abarca una amplia gama de nacionalidades,
clases sociales y mestizajes raciales. Representando el 12% de la población
estadounidense, este grupo ha pasado a ser la principal minoría del país. Según
el censo del año 2000, el 66% de todos los
hispanos en Estados Unidos son de origen mexicano, el 9% puertorriqueños,
el 4% de origen cubano, casi el 15% de Centroamérica y América del Sur y el
6% de otros orígenes hispanos.
Estos grupos han establecido
comunidades mayoritariamente urbanas: los mexicanos--que también tienen gran
presencia en zonas rurales--en las ciudades del suroeste, la costa oeste y Chicago,
los puertorriqueños en Nueva York y Chicago y los
cubanos en Miami. La densidad de algunas de estas comunidades urbanas crea una
presencia concentrada de ciertos grupos que de otro modo no tendrían mayor importancia
por sus cifras: los dominicanos, que representan sólo el 2% de la población
hispánica, constituyen sin embargo el segundo grupo hispano en Nueva York.
La mayor parte de estos
grupos ha llegado a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida--por
razones políticas o socio-económicas--y ha tenido que enfrentarse con problemas
de integración, cuando no con una abierta discriminación. Algunos dicen que
su presencia ha cambiado la naturaleza de la población estadounidense, transformando
el crisol en que todos se asimilaban sin retener su cultura en una ensaladera
de elementos diversos que conservan sus rasgos propios. La relativa juventud
de la población hispana augura que en las próximas décadas estos grupos tendrán
una creciente influencia social, política, cultural y económica en Estados Unidos.
El asentamiento de
una presencia colonial española al norte de Nueva España
La presencia hispana
en Estados Unidos se remonta a la época de la conquista del Nuevo Mundo, cuando
los españoles hicieron incursiones en el territorio amerindio situado al norte
de sus nuevas colonias. Al igual que la exploración de la tierra fronteriza
en América del Sur, en el norte ésta solía estar impulsada por la leyenda. Ponce
de León llegó en 1513 a lo que bautizó Florida en busca de la mítica isla Bimini y su fuente de la juventud. Unas décadas después el
ilustre náufrago Alvar Núñez Cabeza de Vaca recorrería
a pie durante ocho años todo el suroeste y publicaría a raíz de este largo viaje
su Relación de 1542, la primera crónica de la topografía norteamericana
y de su población amerindia. Cabeza de Vaca no abandonó nunca la esperanza de
encontrar las Siete Ciudades de Cíbola (ciudades opulentas fundadas según la
leyenda por siete obispos portugueses que se habían fugado de la invasión musulmana
cruzando el océano), y sugirió en su Relación que Cíbola se hallaba al
norte de México, lo cual inspiraría sucesivas incursiones en lo que más tarde
sería Nuevo México.
Debido a la fuerte
resistencia indígena que encontraron, los españoles tardaron en establecerse
al norte de México. Hubo una extensa exploración de estos territorios--tanto
de sus costas atlántica y pacífica como de
su interior--por figuras como Hernando de Soto, descubridor del río Misisipí; pero la colonización de estas áreas fue
lenta y limitada, y se concentró sobre todo en lo que hoy son Nuevo México y
Texas, enfrentando repetidas sublevaciones de los habitantes originales, los
indios Pueblo. Sin embargo, cada vez que se presentó una amenaza extranjera
a su posesión territorial, los españoles respondieron para proteger sus intereses.
En 1565 fundaron en Florida la primera colonia norteamericana, San Agustín,
después de arrebatarles a unos colonos franceses protestantes el control de
la misma región. Los españoles no se establecieron firmemente en California
hasta fines del siglo XVIII, cuando construyeron los fortines militares (presidios)
de Monterrey (1770), San Diego (1769) y San Francisco (1770).
La adquisición estadounidense
de territorio mexicano
La independencia de
las colonias españolas causó una reconfiguración de
los territorios norteamericanos. España vendió Florida a Estados Unidos en 1821
por cinco millones de dólares y tuvo que ceder los demás territorios a la nueva
República de México, por lo que ésta creció al norte hasta Oregón
y al este hasta Texas.
En Texas se produjo
una evolución demográfica anómala que terminó por desestabilizar el control
mexicano en todos estos territorios. Después de que EE.UU.
comprara La Luisiana a Francia en 1803, España temió
mayores expansiones y pobló Texas con colonos católicos angloamericanos para
asegurarse la lealtad a la Corona. Con la independencia de México las tensiones
culturales y lingüísticas entre colonos hispanos y angloamericanos se intensificaron.
El conflicto se agravó en 1829, cuando el gobierno mexicano abolió la esclavitud--institución
de la que dependían económicamente los colonos anglo-americanos--y prohibió
la inmigración angloamericana y el comercio con Estados Unidos en territorio
mexicano. La tensión llegó a su punto máximo con la batalla del Álamo (1835-1836), en que los mexicanos vencen a los angloamericanos.
Poco después, el avance de las tropas mexicanas para sofocar la rebelión fue
detenido en la batalla de San Jacinto y los colonos angloamericanos declaran
su independencia del gobierno mexicano.
Cuando en 1845 Texas
es admitida a la Unión norteamericana, México corta relaciones diplomáticas
con este país y entra en un período de hostilidades que culmina en la guerra
mexicano-americana. El tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, que pone fin a
la guerra, anexiona a Estados Unidos el territorio mexicano al norte del río
Grande, incluyendo California al noroeste, a cambio de 15 millones de dólares.
La nueva ciudadanía
norteamericana de los mexicano-americanos
Aunque oficialmente
se les ofrecía a todos los colonos hispanos la ciudadanía norteamericana y todos
los derechos que ésta garantizaba, la realidad distaba mucho de esta retórica
de igualdad. Con la llegada de los ferrocarriles al suroeste y la llamada "fiebre
del oro" californiana de 1849, la población angloamericana sobrepasa la
hispana. En todos los nuevos estados, los antiguos habitantes hispanos perdieron
sus tierras ante la especulación y los reclamos angloamericanos y se vieron
excluidos de la política. En California, un impuesto sobre la minería a extranjeros
(1850) y la prohibición de las costumbres mexicanas (1855) causaron la fuga
de la mayor parte de la población hispana originaria a México.
A pesar del deterioro
en las condiciones de vida de estos ciudadanos de origen mexicano, las tasas
de nueva inmigración subían. A fines del siglo XIX llegaban desde México olas
de trabajadores ferroviarios y braceros cuyo trabajo migratorio los alejaba
de la frontera, llevándolos hasta ciudades tan
lejanas como Chicago. El estallido de la Revolución Mexicana (1910) hizo crecer
aun más la inmigración, produciendo refugiados de todas las clases sociales.
Estados Unidos promulgó
leyes a principios del siglo XX para frenar este influjo inmigratorio. Las Actas
de Inmigración y Servicio Selectivo (1917) y de Cupos de Nacionalidad (National
Origins Quota Act, 1924) redujeron el número
de inmigrantes legales a pesar de la necesidad de obreros que tenía la industria
americana, lo cual aumentó las vías de inmigración ilegales.
Los inmigrantes mexicanos
durante la década de los años 20 se consideraban residentes temporales y alimentaban
la esperanza de volver más ricos a México. El aumento demográfico da lugar a
que se desarrolle durante este período el fenómeno cultural del "México
Lindo". Se trata de un indigenismo de índole nostálgica que tiene como
resultado la formación de entes políticos como el Congreso Mexicanista
y la Asamblea Mexicana, fundados en Texas en 1925 para combatir los abusos legales
y la violencia contra los mexicano-americanos. A escala nacional, en 1929 se
funda la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos (League
of UnitedLatin American
Citizens, LULAC)
con el propósito de proteger los derechos civiles de los ciudadanos hispanos,
que se estaban violando sistemáticamente.
Durante la Segunda
Guerra Mundial, la carencia de trabajadores impulsó al gobierno estadounidense
a implementar el llamado "Bracero Program",
mediante el cual obreros temporales eran traídos desde México para trabajar
en la agricultura y el ferrocarril. A pesar del carácter temporal del programa,
muchos de estos braceros se quedaron en Estados Unidos, lo cual supuso una renovación
de la influencia cultural mexicana en comunidades que ya llevaban generaciones
en tierra estadounidense.
Del ambiente creado
por esta renovación cultural y el asentamiento permanente en Estados Unidos
de los braceros, tanto de la época del "México Lindo" como del "Bracero
Program", surge en los años 40 la subcultura
del pachuco, joven mexicano-americano
de las ciudades del suroeste. Los pachucos se definían
lingüísticamente con el caló, dialecto del español (nombre que sigue usándose
para referirse al dialecto de los gitanos españoles), y estéticamente con el
"zoot suit", traje
estilizado y llamativo. La persecución de los pachucos
por la población angloamericana en los "Zoot
Suit Riots" de Los Ángeles
(1943) afirmó el carácter político de la estridente identidad de estos jóvenes,
que insistían en el uso de la estética para diferenciarse marcadamente de la
cultura angloamericana circundante.
La inmigración puertorriqueña
Hacia fines del siglo
XIX, las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos se
hicieron más estrechas. Estados Unidos dependía del contrabando de azúcar, café
y tabaco proveniente de Puerto Rico y los intelectuales isleños, tanto cubanos
como puertorriqueños, se refugiaron en Nueva York
para planificar su independencia, aunque, como muestran los escritos de José
Martí, esta acogida no siempre significó que desarrollaran una opinión positiva
sobre los Estados Unidos.
Hacia 1880 la abolición
de la esclavitud en Puerto Rico dio lugar a la rápida urbanización y la formación
de una nueva clase de jornaleros que sobrepoblaron
las ciudades. Hubo una primera ola de emigración a otras zonas del Caribe y
a Estados Unidos, seguida de otras más cuando las compañías estadounidenses
crearon un desempleo aun mayor al tomar las industrias del azúcar, el café y
el tabaco a principios del siglo, cuando Puerto Rico era ya una posesión estadounidense
(a partir de 1898). En 1917 el Acta Jones concedió
la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños, lo que facilitó su traslado
a las crecientes comunidades hispanas en Nueva York,
sobre todo en Brooklyn, Bronx
y el "Spanish Harlem",
situado en el noreste de Manhattan.
Al igual que los mexicanos,
estos puertorriqueños formaron organizaciones sociales destinadas a mejorar
las condiciones de vida urbana. La Liga Puertorriqueña surgió en los años 20
como reacción a los "Harlem Riots" de 1926, en que los puertorriqueños fueron el
blanco de agresiones y hostilidad populares. A la vez, surgió en la comunidad
puertorriqueña algo análogo al "México Lindo": la revalorización de
"Borinquen"--nombre taíno de Puerto Rico--y el cultivo de una identidad
"boricua" vinculada al elemento campesino de la isla, como se puede
apreciar en las letras de la canción "Lamento borincano" (1929), de Rafael
Hernández.
Después de la Segunda
Guerra Mundial se produjo una inmigración masiva de puertorriqueños isleños
que buscaban aprovechar la fuerte economía continental. Estos inmigrantes se
integraron en las comunidades de Nueva York y, en
menor grado, de Chicago. Allí los problemas de viviendas insalubres, brutalidad
policíaca y sistemas judiciales discriminatorios los convirtieron en nidos de
bandas juveniles (gangs). De esto trata el
famoso musical de Leonard Bernstein West Side
Story (1957, filmado en 1961), que adapta
la historia de Romeo y Julieta a una
pareja de inmigrantes, un polaco y una puertorriqueña, pertenecientes a bandas
enemigas. En Nueva York se formaron grupos como el
Puerto Rican Forum en los años 50, para aliviar los
efectos de la pobreza, y ASPIRA (1961), para promover programas educativos,
mientras que la Iglesia católica fue el principal móvil de la organización local
en Chicago.
Los radicales años
60
Durante los años 60,
tanto los chicanos (denominación de los mexicano-americanos derivada de la pronunciación
palatal de "mexica", nombre verdadero de
los aztecas) como los puertorriqueños se organizaron en movimientos paramilitares
para poner fin a la discriminación que sufrían las poblaciones hispanas. Análogos
a los "Black Panthers" africano-americanos, los Young Lords puertorriqueños y los
Brown Berets
chicanos diseñaron planes para cambiar las condiciones de extrema pobreza que
caracterizaban a las poblaciones hispanas. Ambos grupos explotaron una sensibilidad
de identidad similar: los "Young Lords" invocando el concepto del orgullo boricua como
elemento unificador y los "Brown Berets" el de Aztlán, nombre
que identificaba al suroeste estadounidense como el mítico lugar originario
de los aztecas.
Los "Young Lords" asumieron una
postura antiimperialista, reclamando la independencia puertorriqueña y una sociedad
socialista. Los objetivos de los "Brown Berets"
eran combatir el racismo, defender al pueblo chicano de la brutalidad policíaca,
reclamar las tierras expropiadas por los angloamericanos y emprender una lucha
armada. La fundación en 1970 del partido político "La Raza Unida"
para representar los intereses chicanos reflejó esta agenda militante en una
entidad socio-política en la que los votantes de California y Nuevo México todavía
pueden inscribirse.
Un importante movimiento
laboral se realizó bajo el liderazgo del sindicalista chicano César Chávez. Chávez organizó a
los braceros chicanos y mexicanos en la National Farmworkers Association (1962)--luego
la United Farmworkers Union--,
que logró, tras la larga huelga de las uvas--que duró cinco años--, el reconocimiento
de los derechos sindicales de los chicanos por el Congreso norteamericano.
La inmigración cubana
En la "década
radical" se destacan también Fidel Castro y su modelo de comunismo cubano.
La Revolución Cubana de 1959 dio pie a una primera ola de inmigración cubana
a Florida, cuyas comunidades cubanas se remontaban al traslado de las fábricas
cubanas de puros a Key West
y Tampa a fines del siglo XIX. Los primeros refugiados
anticastristas, evacuados principalmente por puente
aéreo entre 1965 y 1973, eran burgueses y educados, por lo que lograron establecer
una comunidad próspera, económicamente liberal e ideológicamente conservadora,
que ha tenido gran influencia en la política estadounidense y el mantenimiento
del bloqueo de Cuba.
Otras dos olas inmigratorias
sucesivas han alterado la composición de este grupo. La primera, conocida como
el "Mariel Boat Lift"
de 1980, produjo un flujo de cubanos a Estados Unidos tan numeroso que hubo
que establecer campamentos que permanecieron durante años. Al permitir Castro
esta breve oportunidad de emigración, miles de estos "marielitos"--cubanos
pobres, de clase baja y mestizos--salieron de Cuba junto con un grupo importante
de criminales. La depresión económica que experimentó Cuba en los años 90 provocó
otra ola más, la de los llamados "balseros". Estos cubanos se vieron
empujados por la pobreza a atravesar las 90 millas de mar entre Cuba
y Florida en balsas (rafts), embarcaciones
muy sencillas e inestables. Temiendo una inundación de refugiados como la de
1980, el gobierno estadounidense envió muchos de estos inmigrantes de vuelta
a Cuba; pero el impacto en la población cubana de Miami de los que se quedaron
se sumó al de los "marielitos", forzando
la creación de programas sociales y educativos para facilitar su inclusión en
la comunidad.
La influencia de la
música hispana
Entre las influencias
culturales hispanas de más importancia está la musical. Las relaciones musicales
entre las culturas latinoamericana y estadounidense se remontan muy atrás en
el tiempo; por ejemplo, la habanera, una forma musical afrocubana, había influido
en la música estadounidense ya a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, y a pesar
del furor del tango rioplatense durante la Primera Guerra Mundial (la primera
gran moda musical "latina"), fue recién en los años 30 cuando la música
popular española e hispanoamericana comenzó a marcar decididamente la historia
de la música estadounidense. Esto se debió a la popularidad de artistas como
el violinista español Xavier Cugat y la cantante brasileña Carmen Miranda, pioneros de
una música latina exotizada para el mercado estadounidense,
pero sobre todo a la llegada de la música bailable cubana--en particular la
rumba. Los ritmos cubanos fueron al principio demasiado extraños para el oído
estadounidense, pero cuando se impusieron fueron una revelación. Orquestas como
los Lecuona Cuban Boys triunfaron
en los salones de baile, mientras que, a través de grupos de Nueva Orleáns,
distintos elementos musicales caribeños fueron integrándose a la cultura musical
del sur, e influyeron luego a artistas como Elvis
Presley. En la década siguiente surge el latin jazz, iniciado por el grupo "Machito's Afro-Cubans", en
el que instrumentistas de viento estadounidenses se integraron a una banda cubana.
Esta hibridación musical fue uno de los principales factores para el desarrollo
de las big band y del bebop en general.
El diálogo musical entre culturas se produjo sobre todo en Nueva York, donde nombres como Tito Puente popularizaron el mambo
durante los 50. Desde fines de esa década la influencia de la música latina
comenzó a decaer, y después del musical West Side Story siguió
reduciéndose, salvo en el rhythm and blues y en algunos músicos
de jazz como Charlie Parker.
En los 60, sin embargo,
se produce el estallido de la salsa--género nacido en la comunidad latina de
Nueva York--, y una creciente influencia latina en
el jazz de vanguardia, con figuras como el saxofonista argentino Leandro "Gato"
Barbieri o el pianista estadounidense Chick Corea. Desde 1969 se producen
nuevas experiencias de fusión latino-estadounidense, como la liderada por Carlos Santana, un músico de San
Francisco nacido en México. La música de Santana se vincula tanto a la nueva
conciencia chicana de los 60 como a la cultura pop de los 70 y llama la atención
hacia el otro polo de la influencia musical latina en los Estados Unidos: la
costa oeste. Sin embargo, la figura de Santana no marcó el renacimiento de la
popularidad de la música latina, que solo volvió al primer plano de la escena
musical en los 90, debido a cuatro fenómenos: la creciente influencia del jazz
y la canción latinos--o de influencia latina--en la música jazz contemporánea,
la moda de la salsa y el merengue, el éxito del pop comercial y, tal vez el
más importante, la consolidación de un sólido mercado hispanohablante. Ésta
es pues una larga historia de hibridación musical, cuya más novedosa manifestación
tal vez sea el rap latino--una mezcla de raíces latinas, jamaicana y
afroamericanas, cantado ya sea en español, chicano,
inglés o en más de un idioma--, surgido en el Bronx y en Brooklyn a principios
de los 80.
La música ha servido
como puerta de entrada en la industria del entretenimiento, como fue el caso
del primer personaje hispano de gran popularidad en la televisión estadounidense,
el famoso músico cubano Ricky Ricardo de I Love
Lucy (CBS, 1951-1961), interpretado por Desi Arnaz. Décadas después,
la estrella Jennifer López daría inicio a su carrera con la interpretación fílmica
de la vida de la cantante chicana Selena (1997).
La presencia hispana
en el deporte estadounidense
Frente a la realidad
de los prejuicios contra las minorías en Estados Unidos, los hispanos han cultivado
los mismos espacios de éxito público que los africano-americanos: el entretenimiento
y el deporte. Particularmente en el béisbol, el boxeo y el golf, los atletas
hispanos han alcanzado gran renombre. En el béisbol, el puertorriqueño Roberto
Clemente (MVP 1966), el chicano Keith Hernández (11
Golden Gloves, MVP 1979)
y el dominicano Sammy Sosa (MVP 1998), entre otros,
han abierto el deporte a las decenas de jugadores latinos que hoy se destacan
en las Ligas Mayores. Esta participación profesional supone no sólo el establecimiento
de un modelo de éxito cultural sino también un cambio en la percepción popular
del deporte.
La evolución de la
población hispana
Desde el Museo del Barrio neoyorquino a las
programaciones de los canales televisivos Univisión y Telemundo, la presencia cultural
latina se hace sentir cada vez más en los Estados Unidos. Mientras esta población
continúa su crecimiento, el debate sobre su influencia cultural se intensifica
[ver, por ejemplo, los siguientes artículos: "A Whole
New World..." (Time, 11 de junio
de 1999) y "Latino America," (Newsweek, 12 de julio de 1999)]. En años recientes
se ha restringido mucho la inmigración (a través del Acta de Inmigración y Control
de 1986), y el alambre de púas ha pasado al imaginario popular como símbolo de este
impedimento. Las comunidades hispanas han tenido que luchar por la continuación
de programas de educación bilingües, que han encontrado oposición en lugares
conservadores como California y apoyo en comunidades de densa población hispana
como el condado de Miami-Dade, donde en 1998 hubo
una profundización oficial de estos programas en todo el currículum primario
y secundario. Dado el rápido crecimiento de las poblaciones latinas, quizás
hay que anticipar el momento en que las cuestiones de inmigración y de educación
bilingüe sean reemplazadas por el debate sobre la consideración del español
como una segunda lengua nacional.
Cronología
1513 Ponce de León
llega a la Florida
1565 Se funda en la Florida la primera colonia norteamericana, San Agustín
1769-1770 Construcción en California de los fortines militares (presidios) de
Monterrey (1770), San Diego (1769) y San Francisco (1770)
1803 Estados Unidos compra la Luisiana a Francia
1821 España vende la Florida a Estados Unidos
1835-1836 La batalla del Álamo
1845 Texas es admitida a la Unión norteamericana
1848 Guerra mexicano-americana terminada por el tratado de Guadalupe-Hidalgo
de 1848 que anexiona a Estados Unidos el territorio mexicano al norte del río
Grande, incluyendo California al noroeste
1849 Fiebre del oro californiana
1898 Guerra Hispanoamericana; Puerto Rico, Cuba y las Filipinas pasan a ser
territorios estadounidenses
1910 Revolución Mexicana
1917 Acta Jones: concesión de la ciudadanía estadounidense
a los puertorriqueños
1926 "Harlem Riots":
los puertorriqueños son el blanco de agresiones populares
1929 Fundación de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos (League
of Latin American Citizens, LULAC) con el propósito de proteger los derechos
civiles de los ciudadanos hispanos
1943 "Zoot Suit Riots" de Los Ángeles, en que los pachucos
son el blanco de agresiones populares
1959 Fidel Castro entra a La Habana; comienzo de la Revolución Cubana
1962 Comienzo de la huelga de las uvas organizada por el sindicalista chicano
César Chávez
1980 Mariel Boat Lift: inmigración masiva desde Cuba (“los marielitos”)
1986 Acta de Inmigración y Control
2000 El censo anuncia que la población hispana es la principal minoría en Estados
Unidos