I. Introducción: sociedad y economía en el medioevo hispánico
Los historiadores generalmente asocian el comienzo de la Edad Media en el Occidente con la fragmentación del Imperio Romano en el 476, año en que abdicó el último emperador romano y las tribus germánicas comenzaron a luchar entre sí por el control de los restos del antiguo imperio. En la Europa occidental la Edad Media se considera cultural y políticamente una época híbrida en la cual se perpetúan las instituciones romanas con un fuerte añadido germánico. Sin embargo, en el caso de la Península Ibérica la invasión musulmana de estas tierras en el año 711 y la larga y continua presencia islámica en ellas complican esta interpretación.
Durante la Edad Media española y europea la vida económica dependía de la tierra, ya que ésta constituía la principal fuente de producción y capital. El sistema económico que imperó durante el medioevo europeo en general fue el feudalismo. La tierra la poseía la élite eclesiástica o militar, y los campesinos vendían su fuerza de trabajo a estos señores a cambio de protección y del derecho a quedarse con un porcentaje de lo que producían. Las relaciones que se establecían entre vasallos y señores eran de muy diversa naturaleza, pero siempre respondían a los intereses económicos del dueño de la tierra.
Sin embargo, el largo proceso que supuso recuperar las tierras en poder de los musulmanes por los reinos cristianos le dio un carácter decididamente particular al medioevo hispánico. En una sociedad en que la guerra era una actividad constante, el acceso a la nobleza inicialmente estaba vinculado a hechos de armas ofensivos y defensivos que los monarcas de los reinos cristianos pagaban con tierras y derechos sobre los campesinos que las habitaban. En el caso español, la incesante necesidad de fuerza militar para extender las fronteras territoriales y luego protegerlas provocó una explosión de títulos nobiliarios menores. Con el tiempo los títulos se volvieron hereditarios, y entonces los nobles les exigirán a los monarcas estatutos--llamados fueros) que certifiquen sus derechos y que los diferencien como clase social privilegiada. Pero a medida que la situación bélica de la Península se estabilice, los privilegios adquiridos por la nobleza entrarán en conflicto con el deseo de los monarcas de consolidar su poder sobre sus respectivos reinos. Estas tensiones provocarán rebeliones de la nobleza en todos los reinos hispánicos en algún momento u otro del medioevo.
Por otro lado, la necesidad de poblar o repoblar los territorios ganados a los musulmanes requirió el desplazamiento de campesinos y siervos a las nuevas tierras para desarrollarlas y defenderlas. Esto motivó que los reyes también tuvieran que ceder fueros a las ciudades o pueblos fronterizos en los que se establecían estos hombres comunes. Los derechos adquiridos mediante estos fueros también producirán reclamos contra la corona, los cuales se manifestarán esporádicamente desde el siglo XIII, y tendrán su manifestación más violenta en las rebeliones de los comuneros y de las hermandades contra el joven rey Carlos V a comienzos del siglo XVI.
II. La Reconquista
Con el término de Reconquista, los historiadores se refieren a la época de la historia peninsular comprendida entre el 718--año en que tuvo lugar la batalla de Covadonga--y 1492, año en que los Reyes Católicos tomaron la ciudad de Granada, capital del último reino musulmán en territorio hispánico.
Arrinconados en la zona montañosa de Asturias en el norte de España, grupos de cristianos godos comenzaron una campaña de resistencia frente a los invasores musulmanes. En el año 718 un pequeño ejército visigodo derrotó a una patrulla árabe en Covadonga, un pueblo en los altos picos asturianos. Los cristianos atribuyeron esta victoria a Pelayo, vasallo del último rey visigodo Rodrigo. Según la tradición, Pelayo fue elegido primer rey del nuevo reino cristiano de Asturias. Esta pequeña batalla adquirirá luego una gran importancia como el comienzo mítico de la Reconquista. La ideología posterior asociada con la recuperación de la monarquía visigoda y con la Reconquista de España se manifestará cuando primero Asturias, luego León y finalmente Castilla formulen un proyecto expansionista e imperial que los relacione al antiguo reino visigodo y a la imagen nostálgica de una España cristiana territorialmente íntegra.
La expansión asturiana dio origen a los nuevos reinos de Galicia y León. Durante los siglos IX-X, León llegó a ser el más importante en el norte, y a partir del 914 los reyes de Asturias se denominaron reyes de León (mapa de la Península). No obstante, en el siglo XI el condado de Castilla, establecido por los leoneses como una franja defensiva contra los musulmanes y los otros reinos cristianos orientales, se independizó y eventualmente llegó a sobrepasar y a absorber a León. Castilla, el más agresivo y expansionista de los territorios cristianos peninsulares, se convertirá en el líder de la Reconquista y de la unificación española.
La situación en los Pirineos era similar a la de las montañas asturianas. Detenido el avance musulmán en Europa en la batalla de Poitiers (Francia) en 732, los francos empezaron una contraofensiva contra los musulmanes. En el año 778, Carlomagno atravesó los Pirineos y entró en territorio español. En el 800, el mismo año en que fue coronado Sacro Emperador Romano, Carlomagno conquistó Barcelona y estableció los condados catalanes. Guifré el Pilós (Wifredo el Peludo), conde de Barcelona, consiguió la independencia de los condados catalanes, estableciendo la supremacía de la casa de Barcelona sobre los demás condados. En la misma época se estableció un reino independiente cristiano vasco en Navarra. Aragón, otro reino pirenaico, terminará por fundirse con la casa de Barcelona en el siglo XII, creando un obstáculo a las ambiciones territoriales castellanas que durará hasta la unión de Castilla y Aragón en 1479. Estas dos vertientes de la reconquista cristiana, una en el noroeste de origen visigodo y otra en el los Pirineos de origen franco, marcaron una división política, cultural y lingüística de la Península que perdura hasta hoy.
El camino de Santiago
Hacia el año 812 se encontraron en el pueblo de Compostela los supuestos restos del apóstol Santiago (Sant Yago < latín sanctus Iacobus). El rey Alfonso II de Asturias (791-842) mandó construir una catedral en el lugar del hallazgo que pronto se convirtió en uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo cristiano. Los ingresos adquiridos con este turismo medieval aumentaron el poder político y económico del reino. Aislados antes de la producción cultural europea por causa de la conquista musulmana, los reinos cristianos del norte comenzaron a beneficiarse de esta importantísima vía de transmisión cultural. El Camino de Santiago llevó al norte de la Península las nuevas corrientes literarias del sur de Francia, las nuevas formas arquitectónicas--primero el románico y luego el gótico--y las reformas eclesiásticas de los clérigos que acompañaban a los peregrinos. Santiago se convirtió rápidamente en apóstol y patrón de España, y, como vehículo de la propaganda antimusulmana, en "Santiago Matamoros". Para proteger a los peregrinos a Santiago, y para estimular el avance de las conquistas cristianas, se crearon varias órdenes militares: la de Santiago, la de Calatrava y la de Alcántara.
III. La hegemonía castellana: la España del Cid
El reinado de Fernando I, rey de Castilla (1035-1065) y luego rey de León (1037-1065) se caracterizó por el comienzo del dominio castellano en el norte de la Península (mapa de la Península) y por la rápida expansión cristiana hacia el sur. Esta expansión se detuvo temporalmente cuando al morir, Fernando dividió el reino entre sus hijos: al mayor, Sancho, le entregó Castilla; a Alfonso, León; y a García, Galicia. A su hija Urraca le dejó la ciudad amurallada de Zamora. Fue una época de guerra y de traiciones entre hermanos; Sancho y Alfonso conspiraron contra García y lo expulsaron al territorio musulmán. Cuando Sancho fue asesinado en 1072, Alfonso, bajo sospecha del fratricidio, asumió el control de Castilla y fue coronado Alfonso VI (1065-1109), primer rey de Castilla-León.
Alfonso VI continuó la expansión hacia el sur y en 1085 tomó Toledo, la antigua capital visigoda, y allí trasladó su corte. La conquista de Toledo tuvo un valor cultural incalculable. Centro de una enorme producción textual musulmana, Toledo tenía una biblioteca inmensa con miles de libros científicos y filosóficos. Una nutrida escuela de traductores produjo obras de astronomía, arquitectura, medicina, álgebra, metafísica y literatura, y fue responsable de la transmisión al occidente de las culturas helénicas y orientales.
El Cid
Figura central en la corte de Fernando I y luego en la de Alfonso VI fue Rodrigo Díaz de Vivar (c.1040-1099), conocido por su apodo árabe, el Cid (< árabe sidi señor). Nacido hacia 1040 en Vivar, un pueblo cerca de Burgos, Rodrigo era miembro de la baja nobleza castellana. Su familia le mandó a la corte de Fernando, donde se educó junto al príncipe Sancho. Al ascender al trono de Castilla en 1065, Sancho nombró a Rodrigo líder de su ejército. En 1079 el Cid fue enviado por Alfonso a Sevilla a recoger el tributo que pagaban los reyes moros a los reyes cristianos. De regreso a la corte, el Cid y su tropa de soldados cristianos y moros fueron atacados por el rey moro de Granada, ayudado por el leonés García Ordóñez, familiar de unos enemigos del Cid. Al regresar a la corte, García Ordóñez echó a correr el rumor de que el Cid había robado parte del tributo. En 1081, el Cid invadió el reino moro de Toledo, cuyo rey tenía una tregua con Alfonso. El Cid se llevó un botín enorme y más de 7.000 mil prisioneros, ante lo cual Alfonso tuvo que desterrarlo. Durante el exilio, el Cid ofreció sus servicios y talento militar a varios reyes musulmanes. No obstante, durante toda esta época el Cid evitó una confrontación directa con su antiguo señor Alfonso, y en 1087 el Cid y el rey se reconciliaron. Sin embargo, el Cid ya no confiaba en una corte dominada por leoneses y se fue a luchar otra vez por cuenta propia, y conquistó Valencia de los musulmanes en 1094.
Tema de muchas crónicas medievales, de romances, y del único poema épico medieval preservado en lengua castellana, la representación del Cid vacila entre una figura imaginaria idealizada y la realidad histórica. Por un lado se representa como el ideal cruzado cristiano y perfecto vasallo feudal, y por otro como un ambicioso guerrero renegado.
IV. El siglo XIII y Alfonso X el Sabio
La realidad político-geográfica de la Península Ibérica en la primera parte de la Edad Media fomentó un grado de tolerancia religiosa y cultural en los reinos cristianos y musulmanes. Era una época en que las fronteras y las alianzas cambiaban rápidamente, y la absorción e integración de nuevas poblaciones requería flexibilidad por parte de los nuevos señores, tanto cristianos como musulmanes. Pero las invasiones de los pueblos musulmanes fundamentalistas del norte de África--primero los almorávides (c. 1090) y luego los almohades (c. 1145)--, polarizaron religiosamente la Península y pusieron en peligro esta convivencia. Después de una derrota desastrosa en la batalla de Alarcos (1195), los cristianos se recuperaron y derrotaron decisivamente a los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), poniendo fin al dominio almohade en la Península. La victoria en las Navas de Tolosa, posiblemente la más importante de la Reconquista, hizo posible la conquista cristiana de las grandes ciudades andalusíes del Guadalquivir que dejó a Granada como el único reino musulmán en suelo español. Fernando III (1217-1252) llevó a la práctica la antigua política de tolerancia luego de conquistar Córdoba (1236), Jaén (1246) y Sevilla (1248). Adoptó el título de rey de las tres culturas y creó un proyecto cultural en la que se privilegiaba lo castellano sin borrar las contribuciones de los pueblos vencidos. Las inscripciones en su tumba, escritas en castellano, latín, árabe y hebreo--las lenguas de los llamados "pueblos del libro"--, ofrecen indicios de esta valorización de las culturas dominadas.
Alfonso X el Sabio
Fernando III murió en 1252 y dejó el trono a su hijo Alfonso X. Aunque brillante culturalmente, el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) fue un fracaso político. Alfonso conquistó Jerez (1253) y Cádiz (1262), pero la iniciativa reconquistadora del monarca se agotó pronto (mapa de la Península). Su proyecto político más ambicioso fue conseguir la corona del Sacro Imperio Romano. El monarca empeñó más de la mitad de su reinado y el tesoro de su reino luchando por ese título que nunca consiguió. Aprovechándose de su debilitado poder, los nobles se rebelaron contra el monarca. La muerte del primogénito de Alfonso (Fernando) en 1275 provocó una crisis de sucesión. Los hijos de Alfonso lucharon con Sancho, el segundón de Alfonso X, que acabó imponiéndose. Así comenzaron 150 años de guerras civiles en el reino de Castilla.
A pesar de que Alfonso malgastó mucho dinero del tesoro real, el comercio interior floreció bajo su reinado, y se desarrolló un sistema fiscal eficiente que aumentó los ingresos del reino. Bajo su supervisión se promulgó un código legal duradero cuyas obras más importantes son el Fuero Real (1255), y las Siete partidas, una colección de las leyes del reino (1254).
La empresa cultural de Alfonso X se caracterizó por la utilización de una multitud de fuentes históricas y científicas, y por la combinación de las culturas occidentales y orientales. Esto produjo una síntesis particularmente castellana de las culturas romances, latinas, helénicas, musulmanas y hebreas que logró su máxima expresión en la famosa Escuela de Traductores de Toledo, un taller de traducción a gran escala. En Toledo se produjeron obras científicas, matemáticas, históricas y literarias. Sus obras históricas más importantes son la General estoria y la Estoria de España. La General estoria estaba vinculada a las ambiciones imperiales de Alfonso. Su intención en este proyecto era producir una historia universal desde la creación del mundo hasta "todos los rreyes de Espanna...fasta el tiempo que yo començé a regnar". Cuando Alfonso renunció definitivamente a sus ambiciones imperiales, perdió interés en el proyecto y lo dejó sin terminar. Sin embargo, la Estoria de España, de tema más nacional, fue parte de un proyecto que se extendió hasta el reinado de su hijo, Sancho IV. Las contribuciones literarias más conocidas de Alfonso incluyen una compilación de fábulas didácticas orientales, Calila y Dimna, y las muy difundidas Cantigas de Santa María, poemas en honor de la Virgen escritos en lengua gallego-portuguesa y encuadernados en dos de los manuscritos más lujosos de la Edad Media. (Para escuchar una selección musical de las Cantigas de Santa María, pulse aquí.) Alfonso X también impulsó el desarrollo de la Universidad de Salamanca (1218), una de las universidades más antiguas de Europa. El Rey Sabio tenía conciencia de que estaba construyendo una cultura nacional, y de que para lograr este propósito había que legitimar el vehículo que transmitiría esta cultura: la lengua castellana. Sus obras revelan un claro intento de regularizar la lengua, y por eso se le considera el "padre" de la lengua castellana.
V. Pestilencia, pogroms y fratricidio: los siglos XIV y XV
Pestilencia
El siglo XIV se conoce como el siglo de la peste negra o bubónica, una devastadora epidemia que se extendió desde el mediterráneo oriental a toda Europa (1348-1450), y que por su mortandad provocó una aguda crisis sociodemográfica en las áreas más afectadas. En la Península Ibérica, la aparición de la peste coincidió con una época de severas crisis políticas, religiosas y sociales que impactaron a todos los reinos cristianos peninsulares. Debido a su distancia de la costa, que era el área más afectada, el reino de Castilla salió de estas catástrofes fortalecido, y con su superioridad demográfica y militar se reafirmó como el reino cristiano más poderoso de la Península Ibérica.
Tan dramático como la disminución demográfica fue el pánico social que acompañó a la propagación de la peste. Muchas instituciones culturales y sociales como los monasterios y las cortes administrativas y jurídicas quedaron debilitadas, y los mecanismos de control social perdieron su fuerza. El caos político y económico tuvo como resultado el aumento abrumador del crimen y del bandolerismo, mientras que el fanatismo y la histeria colectiva se tradujeron en ataques contra la población judía, a la que muchos consideraban la fuente de todos los desastres.
Pogroms
Debido a los impuestos y tributos que les imponían los reyes cristianos, los judíos eran grandes contribuyentes a los tesoros reales. Los reyes colocaron a muchos judíos en altos puestos en la corte y les encargaron recaudar los impuestos del reino; incluso la Iglesia los empleó en la recolección de sus rentas. Por esta razón, los judíos rápidamente se convirtieron en el blanco del odio popular, especialmente durante épocas de malestar social y económico. Instigados por predicadores populares, este odio popular culminó en ataques como el que hubo contra la aljama (barrio judío) de Sevilla en 1391. La violencia antisemita pronto se extendió a las juderías de las ciudades principales de la Península: fueron quemadas las sinagogas de Sevilla, Burgos, Toledo y Barcelona y miles de judíos fueron asesinados. Esta fecha señaló la primera diáspora de los judíos de España, que pronto sería eclipsada por la expulsión de 1492.
Fratricidio
A este panorama caótico hay que agregar la crisis de sucesión tras la muerte de Alfonso XI (1312-1350). Lo que a primera vista parecía una disputa dinástica clásica era realmente una lucha entre clases sociales con un fuerte sentimiento antisemita. Pedro I, apodado "el justiciero" por sus partidarios y "el cruel" por sus enemigos, era hijo legítimo del rey--lo que le convertía legalmente en el sucesor a la corona. Apoyado por los comerciantes, los profesionales y la nueva clase burguesa, y financiado y aconsejado por las familias judías más importantes del reino, Pedro subió al trono de Castilla en 1350. Sin embargo, los nobles y la jerarquía eclesiástica, temerosos de la relación que tenía Pedro con estas nuevas clases, y resentidos por la pérdida de influencia y por la fuerte presencia judía en la corte, apoyaban a Enrique, hijo bastardo de Alfonso XI. La guerra civil que siguió pronto despertó el interés de Inglaterra y Francia. En 1369 con la ayuda de los franceses, Enrique derrotó y asesinó a Pedro, apoyado por los ingleses. Con su ascenso al trono, Enrique II inauguró una nueva dinastía monárquica--la de los Trastámara. Esta dinastía duraría hasta la muerte de los Reyes Católicos.
VI. Los Reyes Católicos y el proyecto unificador
La época turbulenta de los Trastámara llegó a su punto culminante durante el reinado de Enrique IV (1454-74). Los nobles, en su campaña para debilitar la monarquía, rechazaron a la infanta Juana como heredera al trono, alegando la impotencia y supuesta homosexualidad de su padre el rey. Alegaban que Juana era hija de Beltrán de la Cueva, consejero del rey, por lo que se le llamó la "Beltraneja". Enrique IV se sometió a la presión de los nobles y en 1468 repudió a Juana y designó a Isabel, su hermana, heredera al trono. Al principio los nobles trataron de manipular a Isabel. Ésta, muy fuerte e independiente, se casó con Fernando, príncipe de Aragón, sin consultar a su hermano. Enrique IV intentó desheredarla, pero al morir éste en 1474 Isabel I fue coronada reina de Castilla. Cuando Fernando ocupó el trono de Aragón en 1479, los reinos cristianos de Castilla y Aragón se unieron.
El proyecto unificador de los Reyes Católicos se extendió a todas las esferas. Influidos por las ideas renacentistas que entraron en España por estar los territorios italianos bajo el control de Aragón, los monarcas se concibieron como representantes de la soberanía de la nación. Su proyecto más importante fue controlar el poder de la nobleza y establecer un sistema de orden y justicia centralizado para la nación recién unificada. Aunque los nobles se resistían, Fernando e Isabel pudieron suprimir las distintas autonomías locales y enviaron sus representantes a los municipios con el propósito de imponer justicia y vigilar los ingresos del tesoro real. Isabel promulgó la idea de que la unidad religiosa era tan importante como el fortalecimiento de las instituciones monárquicas.
El instrumento más eficaz de esa unificación fue la Inquisición. Instituida por Isabel en 1478, la Inquisición española tuvo sus orígenes en el Santo Oficio establecido por el Papa en el siglo XIII, cuyo propósito fue proteger la ortodoxia católica de las múltiples "herejías" que circulaban por la Europa occidental. Pero la Inquisición española respondía directamente a la corona española y no al Papa. El propósito principal de la Inquisición española fue proteger la religión de los falsos conversos--los "marranos" o criptojudíos. Después de las grandes sublevaciones contra los judíos de 1391, muchos de éstos se convirtieron al catolicismo con la intención de protegerse de los pogroms populares. Aunque muchas de estas conversiones fueron sinceras, otras no lo fueron, pues muchas doctrinas del catolicismo--la Trinidad, la naturaleza dual de Cristo, el culto de los santos y el papel mediador de la Virgen--eran completamente contrarias al judaísmo, religión radicalmente monoteísta. Mediante la Inquisición, la gente común pudo expresar institucionalmente su resentimiento contra los moros y judíos que prosperaban en territorio cristiano; por otro lado los nobles y los reyes usaron la Inquisición para confiscarles a los judíos sus posesiones. La Inquisición (y luego la expulsión) fue entonces un instrumento clave en lo que realmente debería considerarse una lucha de clases: desde arriba, los comerciantes judíos fueron atacados por la monarquía y la nobleza, y desde abajo por el pueblo cristiano.
Si la intención de los Reyes Católicos era consolidar la nación y forjar una identidad común, Granada--la última ciudad musulmana en la península--obstaculizaba los planes de los monarcas. Después de una campaña militar que duró once años, Granada finalmente se rindió en 1492. Para obligar la asimilación de los individuos conquistados, la monarquía y la Iglesia les impusieron la conversión forzada con bautizos colectivos y destruyeron libros y otros símbolos del Islam.
En este mismo año Fernando e Isabel expulsaron a todos los judíos que no se convirtieran al catolicismo. Se estima que la expulsión provocó la salida de 160.000 judíos--la mitad de la población judía--de España. La mayoría de estos llamados "sefarditas"--adjetivo derivado de "Sefarad", el nombre judío de la Península--fueron a Portugal y, al ser expulsados de allí en 1496 se dispersaron buscando refugio en Europa, el resto del Mediterráneo, e incluso en las Américas. (Ver un recuento más detallado de la presencia judía en la Península).
1492
El año de 1492 ha pasado a la historia española y mundial como un año mítico definido por cuatro sucesos importantes de carácter muy diverso: (1) la reconquista de Granada; (2) la expulsión de los judíos; (3) la publicación de la primera gramática de una lengua moderna de Antonio de Nebrija; (4) el primer viaje de Cristóbal Colón. Empresas de conquista, ortodoxia, normativización y exploración, estos cuatro sucesos tradicionalmente se interpretan como inseparables y representan colectivamente el proyecto nacional-imperial español. Cuando murieron los Reyes Católicos (Isabel en 1504 y Fernando en 1516), dejaron una España que se proyectaba al resto de Europa y que, gracias a los viajes de Colón, comenzaba a configurar un vasto imperio trasatlántico.
Cronología
476 Fragmentación del Imperio Romano-- comienzo histórico
de la Edad Media
711 Los musulmanes invaden la Península Ibérica
718 Comienza la Reconquista; Pelayo establece el reino de Asturias tras la Batalla
de Covadonga
732 Final de la expansión musulmana en Europa con su derrota en Poitiers
(Francia)
778 Carlomagno atraviesa los Pirineos e invade España
800 Carlomagno es coronado Sacro Emperador Romano; reconquista de Barcelona
929 - 1031 Califato omeya; Abderramán III, primer califa de Córdoba
1030 Desintegración del califato de Córdoba en 23 taifas
1035-65 Reinado de Fernando I, rey de Castilla (1035-65) y de León (1037-65);
comienzo de la hegemonía castellana en el norte de la Península
1065-1109 Reinado de Alfonso VI de Castilla-León
1085 Reconquista de Toledo por Alfonso VI de Castilla
1094 Reconquista de Valencia por Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid)
1099 Muerte del Cid
1212 Batalla de las Navas de Tolosa; los ejércitos combinados de Castilla-León,
Navarra y Aragón-Cataluña derrotan a los musulmanes
1248 Toma de Sevilla por Fernando III
1252-1284 Reino de Alfonso X, el Sabio, hijo de Fernando III de Castilla; apogeo
de la Escuela de Traductores de Toledo
1254 Las siete partidas de Alfonso X
1255 Fuero real de Alfonso X
1348 Llegada de la peste negra a la Península
1391 Pogrom contra los judíos en Sevilla
1468 Enrique IV de Trastámara repudia a Juana la Beltraneja y
nombra a su hermana Isabel como heredera
1469 Isabel I se casa con Fernando de Aragón
1474 Isabel I es coronada reina de Castilla
1478 Fundación de la Inquisición en España
1479 Fernando ocupa el trono de Aragón; por tanto, unión
de Castilla-León y Aragón
1492 (4 sucesos):
-Los cristianos toman Granada, último reino musulmán
-Los judíos son expulsados de la península
-Antonio de Nebrija escribe su Gramática de la lengua castellana
-Cristóbal Colón sale del puerto de Palos en busca de las Indias