Resumen histórico: La Hispania romana; la Hispania visigoda

"Hispania", origen etimológico de "España", es el nombre con el que los romanos se referían a la Península Ibérica. Durante la fase de conquista la península fue dividida en dos provincias, Ulterior y Citerior, esta última más cercana a Roma. A medida que los romanos conquistaban el territorio, se establecieron las provincias administrativas de la Hispania romana: Baetica, Tarraconensis, Lusitania, Cartaginensis y Gallaecia. La colonización romana de la península se llevó a cabo en su mayor parte mediante el repartimiento de las tierras conquistadas a integrantes y veteranos de los ejércitos del Imperio.

La importancia lingüística, administrativa, jurídica y religiosa del Imperio Romano hizo que éste influyera en todos los aspectos de la vida de los habitantes de las regiones que dominó. Los dioses, leyes y lenguas locales fueron sustituidos por deidades greco-romanas, el derecho romano y el latín, respectivamente. Se construyeron carreteras que comunicaban a Hispania con Roma y con el resto del Imperio, y que facilitaban la explotación de los recursos minerales y agrícolas del territorio. En el año 73, el emperador Vespasiano extendió el derecho latino a todas las ciudades romanas en Hispania. Ésta produjo el primer cónsul y el primer emperador nacidos en las provincias, lo que demuestra la rápida incorporación de Hispania al Imperio. El filósofo Séneca, el poeta Marcial y el orador Quintiliano nacieron en ciudades hispánicas. Entre las muchas obras arquitectónicas y de ingeniería romanas que aún existen se encuentran el acueducto de Segovia, los anfiteatros en Mérida y Tarragona, el puente sobre el río Tormes en Salamanca y extensiones todavía visibles de la vía Augusta en la actual Cataluña.

Las luchas por el poder en Roma, que debilitaron progresivamente el Imperio, tuvieron su impacto en la Hispania romana: se hizo cada vez más difícil resistir las invasiones de alamanes, francos, suevos, vándalos y alanos que comenzaron en el siglo III. Los tres últimos grupos penetraron en la península en el año 409. Roma intentó defender sus fronteras hispanas y expulsar a los invasores con la ayuda de otro pueblo germánico, los visigodos, quienes entraron en el territorio desde lo que ahora es Francia en el año 411. El final del Imperio también coincidió con la rápida extensión del cristianismo en la península. Ya en el siglo III son comunes los relatos de mártires de la fe, y durante el siglo IV se convocan concilios eclesiásticos que demuestran la presencia generalizada de la nueva religión en todo el territorio.

Los visigodos se propusieron crear un estado monárquico radicado en Toledo, centro geográfico de la península. Su proyecto político tuvo que enfrentarse inmediatamente a tres realidades: su escaso número con respecto a la población hispanorromana (cerca de 100,000, frente a una masa autóctona de más de 5 millones), sus diferencias con el dogma católico y la inestabilidad producida por su sistema de sucesión monárquica. Los visigodos se habían convertido al cristianismo antes de penetrar en la Península Ibérica, pero practicaban el arrianismo, que afirmaba la naturaleza íntegramente carnal de Jesucristo y que por lo tanto cuestionaba el concepto católico de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Las tensiones entre la Iglesia hispanorromana y el arrianismo terminaron con la conversión al catolicismo del rey Recaredo en el 589. Por otro lado, la sucesión monárquica por elección en vez de por herencia--práctica tradicional entre los germanos--era motivo de constantes intrigas, alianzas políticas y guerras civiles, en las que el bando perdedor caía en desgracia, que obligaban al ganador a maniobrar constantemente para asegurar la sucesión deseada por él. Buscando el apoyo eclesiástico, los reyes a veces recurrían a medidas antijudías y a la conversión forzada de éstos.

El siglo VII produjo dos obras culturales importantes en la Hispania visigoda. La primera fue una recopilación de las leyes del reino conocida como Liber Iudiciorum (654), llevada a cabo por el rey Chindasvinto y su hijo Recesvinto. Tuvo gran influencia en la Edad Media bajo el título de Fuero Juzgo, ya que proveyó un código jurídico que se aplicaba tanto a visigodos como a hispanorromanos. La segunda fue la monumental obra escrita del obispo y santo hispanorromano Isidoro de Sevilla (570-636). En sus Etimologías, Isidoro intentó hacer una recopilación integral del saber clásico en todas sus ramas basado en un análisis etimológico de sus términos. Esta obra fue citada sin cuestionamiento por cronistas y letrados del medievo.

A principios del siglo VIII, la lucha por el poder se concentró en los familiares y partidarios de Wamba y Égica. Égica aseguró el trono para su hijo Vitiza en el 702, pero la nobleza elige en el 710 como su sucesor a Rodrigo en vez de a Agila, hijo de Vitiza. La guerra civil que nace de este conflicto toma un giro inesperado cuando los partidarios de Vitiza establecen una alianza con los musulmanes africanos, y sus fuerzas conjuntas derrotan a Rodrigo en la batalla de Guadalete en 711. Agila abdica poco después en favor del Califa de Damasco, por lo cual se puede hablar de una sucesión ordenada en el trono visigodo y no de una invasión. Abd-al-Aziz, hijo de Tarik--líder del ejército musulmán--fue el primer gobernador de la Hispania Musulmana y se casó con Egilona, viuda del Rey Rodrigo. Así, la idea de que la presencia musulmana en España se debe a un asalto traicionero de la península que fue resistido duramente es falsa en sus fundamentos; se trata de una evidente mitificación histórica posterior con fines propagandísticos. El pueblo, que vivía al margen de las intrigas políticas de la nobleza visigoda, se convirtió masivamente al Islam, ya fuera para no tener que pagar impuestos, para salir de la condición de siervos, o simplemente por acatar el cambio de soberanía. Los musulmanes prometieron mayores libertades a los judíos, y éstos a cambio cooperaron con los recién llegados--al igual que lo hizo gran parte de la nobleza visigoda. De hecho, muchos nobles visigodos se convirtieron al Islam. La iglesia católica y los que no se convirtieron pudieron conservar sus privilegios casi intactos, exigiéndoseles sólo el pago de un impuesto más o menos severo. El historiador José Luis Martín describe cómo el final del reino visigodo ocurrió "en medio de la total indiferencia de la mayor parte de la población, sometida al poder aristocrático y poco interesada en el triunfo de uno u otro bando". En menos de cinco años, casi la totalidad del territorio hispánico se encuentra bajo la influencia musulmana en mayor o menor grado, otro indicio de la poca resistencia que encontró el avance de los recién llegados. En las poblaciones de las zonas del norte de la península, que se habían opuesto tenazmente tanto a romanos como a visigodos, se concentró la facción insumisa de la población

Existen dos leyendas asociadas a este momento histórico. Una es la fábula de la violación por parte del rey Rodrigo de un arca contenida en una torre clausurada en la que había una profecía de la futura invasión. La otra es el mito de la traición del conde don Julián, de quien se dice que abrió las puertas de Hispania al invasor musulmán desde la ciudad africana de Ceuta (de la cual era gobernador) para vengar la deshonra de su hija Florinda a manos de Rodrigo.


Ayuda léxica

arca (n. f.)(lat. arcam): caja grande, comúnmente de madera, sin forrar y con tapa plana. arca de la alianza, o del testamento, aquella en que se guardaban las tablas de la ley.

arrianismo (n. m.): doctrina de Arrio, que negaba la divinidad de Cristo. Fue condenado por los concilios de Nicea en 325 y de Constantinopla en 381. arriano, a (adj. y. n.): relativo al arrianismo; partidario de esta doctrina.

califa (n. m.): jefe superemo del islam, sucesor de Mahoma.

concilio (n. m.)(lat. concilium): asamblea regular de obispos y teólogos, que deciden cuestiones de doctrina o de disciplina eclesiásticas.

impuesto (n. m.): prestación económica requerida a los particulares por vía de autoridad, a título definitivo y sin contrapartida, con el fin de cubrir los gastos públicos.

maniobra (n. f.): operación o serie de movimientos que se hacen para poner en funcionamiento o dirigir el manejo de una máquina, instrumento, etc. (fig.: operación que, con habilidad y malicia, se lleva a cabo para conseguir un determinado fin.) maniobrar (v. intr. y tr.): ejecutar maniobras.

repartimiento (n. m.): (acción y efecto de repartir;) hist: sistema de repoblación utilizado en la península Ibérica, que consistía en la distribución de tierras entre los conquistadores.

siervo, a (n.)(lat. servum): esclavo.

soberanía (n. f.):1) calidad de soberano (que ejerce o posee la autoridad suprema o independiente); 2) dignidad o autoridad suprema: soberanía del pueblo; 3) poder de que dispone el estado para mandar, prohibir y reprimir; 4) calidad del poder político de un estado o de un organismo que no está sometido al control de otro estado o de otro organismo.


Cronología

100-300 d.C. El cristianismo llega a la Península Ibérica

380 El cristianismo se convierte en religión oficial del Imperio Romano

409 Tribus germanas invaden la Península Ibérica

415 Los visigodos conquistan a las otras tribus germanas

476 Fundación de la monarquía visigoda por Eurico

576 Los visigodos establecen su capital en Toledo

711 Los musulmanes (árabes y beréberes) penetran en la Península Ibérica